viernes, 6 de mayo de 2011

Literatura / El Quijote y el vino / Vid cervantina

El vino es un referente constante en la obra maestra de Cervantes.

Textos: César Álvarez

Siglos después de que Gonzalo de Berceo loara el vino en el primer poema en lengua castellana y de que el Arcipreste de Hita hablara en su Libro del Buen Amor de los peligros de su consumo desmedido, el género novelesco de caballería también lo mantenía como una referencia.

Así, las alusiones al vino en la más universal de las obras literarias en lengua española –Don Quijote de la Mancha– son constantes. Miguel de Cervantes hizo que su ingenioso hidalgo viviera sus más delirantes aventuras en La Mancha. A lo largo de su recorrido va ofreciendo algunas de las señas de identidad de la región como son su gastronomía (hace referencia a la olla, morteruelos, gazpachos de pastor...), sus elementos más característicos (los molinos) o sus vinos.

Don Quijote protagoniza en el capítulo XXXV uno de los pasajes más conocidos de la novela. En ese episodio, el caballero andante libra una lucha –fruto de sus alucinaciones– con los cueros llenos de vino que tenía almacenados el posadero de la venta donde yacía convaleciente de sus delirios.

El Bálsamo de Fierabrás, con el que Don Quijote sana milagrosamente después de ser ‘apaleado’ por el moro encantado mientras dormía (capítulo XVIII), también hace referencia al caldo de vid como uno de sus ingredientes de la pócima milagrosa junto al aceite, sal y romero.

Sin embargo, el caballero de la Triste Figura no aparece en ningún momento como consumidor de vino porque no era propio de caballeros andantes. No obstante, la figura de Sancho Panza sí que aparece mucho más apegada al gusto por el comer y el beber. De hecho, Don Quijote enviste contra los molinos de viento mientras Sancho caminaba «muy despacio sobre su jumento, y de cuando en cuando empinaba la bota con tanto gusto que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga» y en un pasaje posterior, cuando Don Quijote y Sancho se encuentran con los cabreros, relata Cervantes como «Sancho callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque (odre pequeño) que, porque se enfriase el vino, le tenía colgado de un alcornoque»

El Quijote
Imagen del caballero de la Triste Figura, en la bodega riojana López de Heredia. / FERNANDO DÍAZ
LA AFICIÓN DE SANCHO
Cervantes aprovecha el gusto de Sancho Panza por el vino para poner en boca de Don Quijote una recomendación: «Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado, ni guarda secreto ni cumple palabra».

Sancho alardea de su gusto y conocimiento del vino. Sucede en el capítulo XIII cuando coincide con otro escudero que le ofrece de su bota. Sancho reconoce en él un caldo de Ciudad Real. El escudero de Don Quijote explica que ese conocimiento lo ha heredado de dos antepasados: «Diéronles a los dos a probar del vino de una cuba, pidiéndoles su parecer del estado, cualidad, bondad o malicia del vino... El primero dijo que aquel vino sabía a hierro, el segundo dijo que más sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia, y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán.... Anduvo el tiempo, vendióse el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella una llave pequeña, pendiente de una correa de cordobán».

Museo de Don Quijote
Museo de Don Quijote en la localidad de Esquivias / L.R.
Museo de Don Quijote
Interior del Museo. /L.R.
Molinos de viento
Molinos de viento en Campo de Criptana. /L.R.

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